Sam fue solo a buscarnos una guagua, mientras
nosotros nos quedamos en un restaurante con las mochilas, ya que empezabamos a
descubrir lo que significa el color de la piel en Africa, que por ser blanco y
no hablar swahili te toca pagar mas. Aunque la verdad al cambio el precio es
ridículo, no deja de ser una actitud molesta que nos perseguirá por dondequiera
que íbamos en Kenya y Tanzania. Al principio preguntábamos a los locales el
precio de las cosas, pero parecia que todos estaban de acuerdo con la movida,
porque muy pocos eran capaces de decirnos el precio real de las cosas.
La carretera entre Nairobi y Mombasa atraviesa
dos parques nacionales: El Tsavo y el Amboseli. No vimos animales pero se nos
perdia la vista a ambos lados del camino, montañas interminables y cientos de
kilómetros de endemismos y sabana africana. La travesía son unas 8 horas y
llegamos a Mombasa en noche cerrada. Una mujer se compadece de nosotros y se
nos acerca para preguntarnos si estabamos perdidos, decimos que no tenemos hotel
para esa noche. Nos recomienda un hotel y que cojamos un tuc tuc por 100
chelines (1€).Seguimos el consejo y llegamos a un hotel que no estaba en pleno
centro pero estaba muy bien, Jambo Paradise nos costo 1800 chelines (18€) y
como quedaba lejos nos movimos a otro, New People por la mitad de precio y en
la avenida principal. Estuvimos en Mombasa un total de 3 noches. La mayoría de
la gente era musulmana, había una gran cantidad de mezquitas y el centro
histórico de Mombasa era muy bonito. Fuimos al Fort Jesus, a un pequeño mercado
de especies traídas de Zanzibar y al puerto antiguo.
Al dia siguiente cogimos un ferry gratis que
atraviesa un rio para coger un matatu hasta Junction y de allí otro matatu a
Diani Beach, una playa espectacular. Nuestra primera cerveza en días en el FourtyThieves
(un bar de turistas), allí descansamos y fuimos a recorrer la playa, aunque fue
una labor prácticamente imposible, ya que a cada paso nos abordaban los
hombres-chicle que no se despegaban de nosotros ni con agua caliente, a
vendernos brazaletes, llaveros y otras cosas cutrisimas a precios irrisorios.
Aquí vimos por primera vez a los masai, conversamos un rato con uno muy
simpático que nos quería vender un safari a Amboseli, y nos fuimos de vuelta a
Mombasa.
Aun cerramos los ojos y recordamos lo temprano que
empieza el dia en Mombasa, con los llamados a rezar provenientes de los
alminaretes, las pitas de los tuc tuc, sonidos de una ciudad vibrante que llegaban hasta nuestro balcón. Con los “Karibuni” (bienvenidos) de la gente cuando
caminábamos por la calle y el olor de ls especias traidas desde Zanzibar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario